Comentario
Los finales del siglo son testimonio de un momento de gran prosperidad entre los vencedores espartanos. El templo de Ártemis Ortia se llenó de ricas ofrendas indicativas de la existencia de una poderosa clase aristocrática. El desarrollo del estilo orientalizante y del comercio de lujo se proyecta en la presencia de artistas de origen laconio en Olimpia, donde abundan las figurillas productos de las ofrendas de vencedores en los juegos, símbolo de la riqueza y de los deseos de obtener prestigio para consolidar el poder en una sociedad que se configura en diversos grados de dependencia. En el santuario de Menelao abundan las ofrendas dedicadas a Helena y, al mismo tiempo, se desarrolla la escritura laconia. En los inicios del nuevo siglo, el gusto por la cultura se traduce asimismo en la presencia de poetas de origen extranjero, como Terpandro y Alcmán, encargados de dar ornato a las fiestas con que se autoafirma la sociedad de los vencedores.
La prosperidad tiene, no obstante, otra cara visible entre los explotados. En el año 706 tuvo lugar, desde Esparta, la fundación de Tarento. Que en sus orígenes estaba el peligro de conflictos se manifiesta en la narración de Diodoro, que trata de una revuelta de epaunactas o partenios, términos de contenido discutible, pero que tienden a definir a aquellos que quedaban marginados en el proceso de organización de la colectividad. Se habían agrupado en torno a Falanto, pero se evitó el conflicto intentando primero apoderarse del territorio de Sición, a lo que se opuso el oráculo de Delfos, el que luego les aconsejó la fundación de Tarento.
Los tarentinos se definen como hijos de vírgenes, es decir, de padre no reconocido. La formación de la polis y de la ciudadanía deja fuera a quienes carecen de hopla, a quienes no pueden hacerse hoplitas por carecer de las tierras donde se consolida el sistema de la transmisión patriarcal de la sociedad por el que se reconoce la paternidad.
En los principios del siglo VII tuvo lugar el enfrentamiento con Argos en disputa por el territorio de la Tireátide, al noroeste de Laconia. La derrota de los espartanos suele atribuirse a la superioridad del ejército hoplítico que se ha desarrollado en Argos en la época de Fidón, mientras el ejército espartano se halla todavía en proceso de formación, condicionado por los intereses de la aristocracia dominante. Poco después, a los problemas internos se suma la revuelta que se conoce con el nombre de segunda guerra mesénica. Los poemas de Tirteo para exhortar a los soldados ponen de relieve que ahora ya, frente al antiguo ejército tribal cargado de indicativos épicos, los soldados se mueven condicionados por las estructuras de la falange hoplítica. Los poemas de Tirteo resultan así una fuente excepcional para conocer la mentalidad subyacente a la nueva estructura militar impulsora de reformas de orden político y social.